Mientras Tigre imagina qué bonito es Panamá y vive su aventura, existen otros tigres que las protagonizan sin necesidad de imaginarlas. Un ejemplo podríamos encontrarlo en las selvas de India, donde Shere Khan, el Señor tigre en farsi, parece ser el rey. Este nuevo tigre ficcional es el agresivo y orgulloso protagonista, entre otros, de El Libro de la Selva, escrito por el autor británico Rudyard Kipplin. En su novela Shere Khan está lisiado y su imagen conecta con la idea popular recurrente en la literatura de que sólo los tigres heridos atacan a los humanos, por lo que el felino se sirve de las dotes de manipulación para lograr sus objetivos. Shere Khan odia a Mowgli, un niño huérfano que se ha criado en la selva por lobos salvajes y a quien el tigre cojo quiere hacer desaparecer.
A pesar de compartir una imagen amenazante y poderosa, el Shere Khan tullido no se parece al Tigre del poeta británico William Blake, en su terrible simetría. El tigre de Blake es aún más fiero porque ha crecido y dejó atrás su cándida inocencia para vivir en el mundo adulto. The Tyger fue publicado dentro de Songs of Experience en 1794, cuando el poeta perdía toda esperanza en la existencia de la belleza del alma humana y muestra de forma contundente la presencia del bien y del mal dentro de un mismo mundo, porque quien creó al cordero, definitivamente, también dio forma al tigre. Sin embargo y a pesar del potente pesimismo y desesperanza de Las Canciones de Experiencia, más adelante en obras posteriores, Blake defiende la necesidad de coexistencia de estos antagonistas, inocencia y experiencia, a lo largo de la vida pero a través de la fuerza transformadora de la imaginación.