Otro regalo que sobrevive al paso del tiempo son los cómics de Calvin y Hobbes. Calvin es un niño impulsivo, travieso y muy curioso que tiene como amigo imaginario a un tigre, Hobbes (el muñeco de trapo cobra vida a su lado). Ambos protagonizan las historietas del genial dibujante de cómic estadounidense Bill Watterson desde 1985. En sus tiras cómicas, Watterson se sirve de la ironía para retratar las posibilidades de la imaginación infantil dentro del marco de la cotidianeidad familiar y de la realidad que comúnmente rodea a un niño de clase media norteamericana del siglo XX. Su obra es una crítica a la sociedad en la que Calvin habita pero tratada con humor. El uso que hace de este recurso -materializado en las travesuras del protagonista, en sus innumerables formas de evasión mental, en sus conversaciones con Hobbes- junto a la sintaxis y concreción de sus tiras y el uso de la intertextualidad, aportan a este género una mayor complejidad y varios niveles de significación dentro de la misma lectura.
Calvin y Hobbes mantienen una relación de absoluta complicidad. Ambos personajes conversan sobre dudas existenciales y temas mucho más frívolos dándoles igual importancia. Es una relación de amigos inseparables y de rutinas establecidas, como cuando al regresar Calvin del colegio Hobbes se le abalanza para asustarlo y siempre lo consigue. El tigre es para el niño el daimonion que Philip Pullman creó para su Materia Oscura. Es su conciencia, aunque la ignore, su compañero del alma, aunque le replique siempre con ironía y sarcasmo. Pero, en este caso, no nos preocupa si Calvin ya es demasiado mayor para tener todavía amigos imaginarios, porque deseamos que lo conserve para siempre y permanezca junto a nosotros sobre la mesilla de noche.
Watterson, Bill. Calvin y Hobbes. Barcelona: Ediciones B, 2003.